¿Cuándo se convirtió la luna en un reloj menguante? ¿Quién instaló un alcantarillado en medio de un terreno agrietado donde rara vez llueve? ¿Qué desea pescar la rosa con sus espinas-anzuelos? ¿Por qué el tronco de la palmera es una cadena de macetas? ¿Me maquillaré con un pintalabios o con un dedo después de una sesión de manicura? ¡Ah...las cerillas se apagaron mientras el sol se encendió...!
Chema Madoz (Madrid, 1958) retrata metáforas, símbolos, analogías, paradojas, contradicciones o adivinanzas, mediante un lenguaje en sintonía con la poesía haiku japonesa, las greguerías de Ramón Gómez de la Serna, la poesía visual de Brossa y, algo más lejanamente, la estética surrealista de Magritte o Man Ray.
Los objetos de Chema Madoz habitan un mundo extraño poblado de más preguntas que respuestas, pues interpelan a un espectador que sólo puede contestarse a sí mismo, rebuscando en su experiencia personal y emocional o en su bagaje cultural en torno a lo que se le presenta ante sus ojos. Así, una copa sobre unos cristales quebrados puede dar lugar a la imagen de una hermosa margarita, un trozo de verja rota convertirse en una bandera anónima y los opuestos –o el ying y el yang– hallarse en cualquier lugar, incluso, en una sencilla pelota de tenis.
La calculada tensión espiritual de sus motivos se ve reforzada por la pureza formal de sus composiciones –escuetas, armónicas y equilibradas–, que nunca escatiman en detalles superfluos. Para todo ello, el fotógrafo se vale de la técnica del positivo bromuro virado; por eso, las luces y sombras de sus imágenes están en correspondencia con el rango tonal de los objetos originales, y estos tonos resultan siempre neutros.
¿Es comparable "el placer" de fumar al de tocar una flauta de pan...? ¿Puede un disco reproducir sus melodías por medio de un peine-fonocaptor o sólo romperá nuestros tímpanos con su chirrido? ¿Repicará la campana mediante el golpeo de una nota musical? ¿Qué delito cometió la tecla "do" del piano para ser aprisionada por el sargento del carpintero...?
Madoz, oculto en la cotidianeidad, transforma lo útil en inútil, y nos hace ver –a través de las fotografías expuestas en la lagunera Sala Conca– que la identidad no existe, al menos, no existe en sus objetos imaginados: objetos únicos, nacidos de la unión de un ente real con un ente soñado; objetos desdoblados en dos mitades distintas o contrarias pero indisolubles y armónicas: una existente y tangible y otra irreal o mágica; objetos, inquietantes o humorísticos, que deambulan por la cuerda floja del eterno ser o no ser y hacen tambalear el concepto de realidad, tornándola absurda y frágil.
FUENTE BIBLIOGRÁFICA: MORALES JIMÉNEZ, ELENA. "Chema Madoz o la realidad más frágil". "En: Fotonoviembre 2005. VII Bienal Internacional de Fotografía. Cabildo Insular de Tenerife, 2005. Pág. 123.